Lo que Europa pasa por alto en la política de defensa del Gobierno de Trump
Opinión
Desde la elección de Donald Trump como presidente de Estados Unidos, los europeos han criticado duramente casi todas las cuestiones de política estadounidense, afirmando a menudo que «las relaciones transatlánticas han terminado» y que «a esta administración no le importa el destino de Europa».
Este sentimiento negativo, transmitido por los políticos y amplificado por los medios de comunicación, ha provocado un declive rápido de la confianza de los europeos en su aliado más antiguo.
En el contexto de su frustración ante las diferencias en los objetivos europeos y estadounidenses, los europeos podrían pensar en hacer una pausa y considerar con calma los objetivos actuales de la política exterior y de defensa de Estados Unidos.
Si las relaciones transatlánticas han experimentado efectivamente un gran cambio, este cambio debería considerarse más bien positivo. La administración Trump cree que los aliados de Estados Unidos deben fortalecerse, porque la verdadera paz solo se puede lograr por la fuerza.
Estados Unidos ha llevado el peso de la defensa
Desde la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos ha mantenido constantemente a cientos de miles de soldados en Europa para disuadir la agresión soviética y luego rusa. Ayudaron a reconstruir las economías de Europa occidental como parte del Plan Marshall y proporcionaron un paraguas nuclear al continente. Sin embargo, el reparto de las cargas de la defensa europea no es, por desgracia, una cuestión nueva.
Incluso durante los primeros años de existencia de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), cuando una gran amenaza pesaba sobre el continente europeo, los gastos de defensa de Estados Unidos eran desproporcionadamente más elevados.
Tras el colapso de la Unión Soviética, muchos países europeos redujeron sus gastos de defensa, confiando en las «dividendos de la paz» y considerando que el amparo de Estados Unidos continuaría. En 2006, los ministros de Defensa de la OTAN acordaron oficialmente que los miembros debían esforzarse por dedicar al menos el 2 % de su producto interior bruto (PIB) a la defensa para garantizar su preparación militar. Sin embargo, el cumplimiento de este compromiso ha sido muy escaso y la misma tendencia continuó durante los años de la administración Obama.
Durante la primera administración Trump, los miembros de la OTAN finalmente comenzaron a tomarse las advertencias más en serio, aunque al principio de mala gana. Hoy, el secretario general de la OTAN, Mark Rutte, reconoce la necesidad del cambio. «Gracias al presidente Trump hemos aumentado el gasto en defensa», subrayó.
Estados Unidos ya no puede ser tan generoso como lo ha sido
Los europeos están orgullosos de sus estados del bienestar, pero deben reconocer que estos han sido subvencionados por la garantía de seguridad estadounidense, que ha reducido las preocupaciones de Europa en materia de defensa y ha permitido invertir en otros ámbitos. Por desgracia, los tiempos cambian y, dada la amenaza que representa el ascenso y la estrategia de dominación mundial de la China comunista, Estados Unidos ya no puede ser tan generoso como lo ha sido en el pasado. Esta realidad, subrayada por el secretario de Estado estadounidense, Marco Rubio, en la reciente conferencia de ministros de Asuntos Exteriores de la OTAN celebrada en Bruselas, significa que Europa debe redoblar sus esfuerzos en el ámbito de la defensa.
Estados Unidos no dejará a Europa desamparada
El cambio de prioridades no significa que Estados Unidos deje a los europeos indefensos. Rubio reconoció claramente el compromiso de la administración Trump con la OTAN, a pesar de los comentarios alarmistas que apuntan en la dirección opuesta.
El actual momento geopolítico requiere que Estados Unidos concentre sus esfuerzos en el ascenso de China. Para que logren contener las ambiciones geopolíticas del Partido Comunista Chino, los miembros europeos de la OTAN deberán asumir la responsabilidad de la mayor parte de la disuasión convencional en Europa. Esto no debe considerarse una carga, sino una realidad de la vida y una oportunidad para aumentar la autonomía operativa de los miembros europeos de la OTAN.
Los conservadores estadounidenses no quieren un Europa totalmente dependiente militarmente de Estados Unidos. Por el contrario, buscan un Europa fuerte y próspera, capaz de proyectar su poder en su vecindad y actuar como una fuerza de estabilidad con una mínima asistencia estadounidense.
Los europeos deberían ser lúcidos y estar a la altura de las circunstancias.
Publicado con el permiso de Daily Signal.
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