Siria: «Los alauíes y los cristianos sólo piensan en abandonar el país», explica ONG

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Una mujer reacciona ante una multitud reunida en la ciudad de Qamishli, al noreste de Siria, el 11 de marzo de 2025, para protestar contra la reciente ola de violencia sectaria contra la minoría alauita siria en el oeste del país, a lo largo de la costa mediterránea. (Foto de DELIL SOULEIMAN/AFP vía Getty Images)
Von , 25 de marzo de 2025

ENTREVISTA – Hace dos semanas, en el noroeste del país, los enfrentamientos entre alauitas y las fuerzas de seguridad del nuevo régimen se convirtieron en masacres. Según una ONG, murieron más de 1.000 civiles alauitas. SOS Chrétiens d’Orient trabaja en Siria desde 2015. Su director general, Benjamin Blanchard, informa sobre la situación para Epoch Times.

Pregunta: Benjamin Blanchard, ¿podría dar más detalles sobre lo sucedido? ¿Qué sabemos sobre el número de víctimas?

Respuesta:  Desde el inicio de la revolución, los días 7 y 8 de diciembre de 2024, las atrocidades contra los alauitas no han cesado, sobre todo en Homs, la tercera ciudad del país. Estos abusos han provocado un gran descontento y preocupación entre la población alauita, lo que llevó hace quince días a una emboscada en la región de Latakia contra las tropas del nuevo gobierno en el poder.

Tras esta emboscada, las fuerzas de seguridad del nuevo régimen atacaron los barrios alauitas de la región, rodeándolos y bombardeándolos con armamento pesado e incluso helicópteros. Dos días después, esto provocó una insurrección mucho más amplia de los alauitas, que tomaron el control de varias bases militares y lugares estratégicos de la costa.

Al día siguiente de la sublevación, el régimen en el poder desde diciembre envió considerables refuerzos y convocó una especie de levantamiento de masas. Permitió la entrada de los grupos más radicales, sobre todo del noroeste de Siria, que se embarcaron en masacres.

Se cree que unas 1.383 personas murieron en estas masacres. La mayoría de las víctimas eran alauitas. Entre las víctimas cristianas, algo menos de una docena habrían perdido la vida.

P ¿Los cristianos sirios con los que está en contacto han expresado su preocupación desde la llegada al poder de Ahmed al-Charaa?

R:  Sí, y más aún desde las masacres. Antes tenían la esperanza de que la situación mejorara para ellos. Esa esperanza se ha vuelto muy escasa.

P:  El presidente interino condenó las masacres de civiles. «Debemos preservar la unidad nacional y la paz civil en la medida de lo posible», declaró. ¿Qué opina de esta declaración? ¿No tranquilizará a la minoría cristiana?

R:  El presidente lleva tres meses en el poder. Los cristianos necesitan que diga lo que piensa.

He sabido que ha nombrado una comisión de investigación. Su composición es prometedora porque los miembros proceden de diversos ámbitos, pero debemos esperar que esta comisión disponga de los medios para actuar y alcanzar los objetivos que se le han fijado.

P:  ¿Cómo ha cambiado el número de cristianos en Siria en las últimas décadas? ¿SOS Chrétiens d’Orient consigue ayudar a los civiles a pesar del cambio de régimen?

R:  Antes de que empezara la guerra, había casi dos millones de cristianos. Hoy son unos 500.000. La mayoría se ha marchado. Actualmente, hay siete millones de sirios viviendo en el extranjero, y los que se quedan, sobre todo los alauitas y los cristianos, sólo piensan en abandonar el país.

Seguimos colaborando estrechamente con las autoridades locales. Por el momento, todo va bien.

P:  ¿Cuáles son sus futuros proyectos en Siria?

R:  Estamos trabajando en la restauración de una panadería en la ciudad cristiana de Al-Qusayr, en la frontera libanesa, para alimentar a la población local y dar trabajo a más de cincuenta personas.

En Siria, una panadería no se parece en nada a lo que encontramos en Francia. Es una gran infraestructura estatal. Dar trabajo a unas cincuenta personas significa proporcionar una fuente de ingresos a unas cincuenta familias, permitiéndoles permanecer en la tierra de sus antepasados. No podemos hacerlo sin la ayuda de nuestros generosos benefactores, ¡y aún queda mucho por hacer!



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